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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Locos Versos

   LOCOS VERSOS Quiero cantar un himno sincero, Con lúcidas grafías Emanadas de lo más furtivo De esta abrumada alma. Mas el vendaval del tiempo Me encadena  la lengua Que libre me dotó el cielo. Desde la centinela, Una voz me dicta versos De una nublada canción Que pondere la lujuria Del anfitrión del festín de sangre; Mas, por estima a mi pueblo: Niego abonar a los locos versos.   MI RAZA Esta raza, la sureña mía: Que ayer no pudo el norte Subyugar a sus agrados. Esa raza que hace dos soles Era ruda de alma; Hoy  ha degenerado en suma; Aquél patrio celo De los insignes ancestros, Que contra ventisca Y marejadas, pugnaron  Por legarnos la venturosa tierra, La presente prole vilipendia Aquélla efusiva estima, Convirtiéndose  en pérfidas De la patria, por la triste Avidez que entorpeces el alma. A UNA MUJER NDOWÉ M ira esas huellas selladas Sobre las blancas arenas De las playas de Etembue ; Son de aquel

La disciplina pendiente de la sociedad guineoecuatoriana

    Abordar el tema en cuestión, viene tal anillo a los dedos una frase mil veces manejada en las arengas de los políticos de nuestra sociedad guineoecuatorial, cuyas letras rezan: “Cambio de mentalidad”. La verdad sea dicha, esta es una de las disciplinas que reputamos que nuestra sociedad tiene irresuelta.       La mejora de la concepción de las cosas es un acto –creemos-, que afecta a todo hombre que cree y quiere la progresión y el bienestar de sí y de su semejante. Señalamos con esto que, el cambio de mentalidad es un deber y una obli­gación moral de cualquier humano que desea una vida digna de su prójimo y una sana cordialidad del entorno, por tanto, nadie debería exentarse de este proceso de trans­formación.       Amablemente invitaría a quienes no estimarán compartir las opiniones que aquí expondremos, tomasen un rato y juntos examinemos este rastre que nos tiene obstruida la sociedad, a ver si, juntos podemos hacer una diferenciación de los colores de las cosas, ten

Pueblos de la isla de Annobón: II Ábôbô

La más remota referencia que disponemos de la localidad annobonesa que en sucesivas líneas nos ocuparemos en  nuestra serie: Pueblos de la isla de Annobón, es una leyenda que tendría su cuna (quizá) en el siglo XV cuando los portugueses llegan a Annobón.  Cuenta que: “Los portugueses llevan primero tres parejas a la isla, dejándolos a sus suertes en la zona de Libapiku ; de regreso a la isla, no encontraron las familias allí abandonadas. Aquellos fueron  matados por unos hombres gigantes que en la isla vivían, entre ellos había dos que tenían un solo ojo en la frente (cíclopes). Aquellos hombres -prosigue la leyenda-, decían que la isla no era para extraños, sino sólo para ellos, porque la heredaron de sus antepasados.  Por segunda vez, llevaron a diez parejas, y corrieron la misma suerte que las primeras. Más tarde, los blancos ejecutaron aquellos habitantes de la isla.  Tras la matanza, volvieron a llevar veinte parejas, ubicándolos cerca de una playa pedregosa, en la desemboc